Epilepsia abdominal: un síndrome poco conocido


El dolor abdominal recurrente puede ser parte de un síndrome neurológico poco conocido llamado epilepsia abdominal. Este, además, cursa con anormalidades electroencefalográficas específicas y mejora con el uso de fármacos antiepilépticos.

epilepsia abdominal

La epilepsia abdominal generalmente escapa al conocimiento de la mayoría de los médicos por su rara frecuencia, siendo generalmente un diagnóstico de exclusión al no encontrarse otras causas para la sintomatología abdominal.

Es, en realidad, una variante de la epilepsia del lóbulo temporal y es comúnmente observada en edades pediátricas, aunque puede encontrarse en adultos. A continuación te hablaremos sobre esta patología y sus características.

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La epilepsia abdominal afecta más a los niños y deriva de otro síndrome epiléptico

En la mayoría de los casos documentados, los pacientes afectados suelen ser pediátricos. Sin embargo, también es posible encontrar casos en adultos aunque no sea lo más común.

No se disponen de cifras exactas de incidencia y prevalencia en la población debido a su poca frecuencia, lo cual puede ser la expresión de pocos diagnósticos correctos debido al desconocimiento de la enfermedad.

Además, se ha planteado que este síndrome es una variante de la epilepsia del lóbulo temporal, la cual es mucho más frecuente. Esta relación se establece principalmente debido a alteraciones electroencefalográficas muy parecidas en ambas enfermedades.

Las manifestaciones gastrointestinales son los principales motivos de consultaepilepsia abdominal

Al contrario que otros síndromes, los pacientes con epilepsia abdominal generalmente no se quejan de síntomas neurológicos, sino de alteraciones gastrointestinales poco específicas.

Generalmente aparece dolor abdominal de localización diversa, desde epigástrica (el cuadrante superior y central del abdomen) hasta difusa, abarcando todos los cuadrantes anatómicos de la región.

Este dolor se presenta de manera recurrente y aparece sin un desencadenante específico identificable. Generalmente, los médicos utilizan estudios de imágenes y endoscópicos para detectar alteraciones anatómicas. También suelen realizar exámenes de heces para encontrar agentes infecciosos como parásitos. Sin embargo, nunca se encuentran resultados positivos que respalden la aparición de los síntomas.

Otras alteraciones que pueden observarse incluyen náuseas, vómitos, hinchazón abdominal y diarrea. Luego de realizarse todos los estudios para encontrar las causas más comunes, algunos especialistas suelen buscar una causa neurológica que pueda estar originando los síntomas.

Las alteraciones neurológicas pueden ser silentes e inespecíficas

Como los síntomas gastrointestinales son los que llevan a consultar al paciente, generalmente las causas neurógenas son consideradas luego de realizar todos los estudios indicados para el dolor abdominal.

Es en este punto en el que se realizan estudios de imágenes del sistema nervioso central como la tomografía computarizada y la resonancia magnética, que en algunos casos demuestran una alteración anatómica evidente. Se ha identificado aumento del tamaño de los ventrículos cerebrales, unas estructuras que contienen líquido cefalorraquídeo.

Sin embargo, la mayoría de las alteraciones que suelen llevar al diagnóstico de epilepsia abdominal se ven al realizar un estudio electroencefalográfico, que muestra alteraciones evidentes durante las crisis dolorosas. Estas también suelen ser parecidas a las producidas en la epilepsia del lóbulo temporal.

De hecho, esta patología puede confundirse con una variante de migraña que cursa con dolor abdominal. La diferencia entre ambas patologías puede determinarse con el electroencefalograma.

Otros síntomas neurológicos inespecíficos que pueden apoyar el planteamiento diagnóstico de epilepsia abdominal son la confusión, la fatiga, cefalea, mareos y síncopes (desmayos).

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Los pacientes con epilepsia abdominal suelen mejorar con el uso de fármacos antiepilépticos

Luego de realizarse los estudios funcionales que orienten a la patología, se considera que uno de los criterios para realizar el diagnóstico definitivo es el tratamiento con fármacos para las crisis epilépticas. Si la sintomatología desaparece, generalmente se ha encontrado la enfermedad responsable.

Estos fármacos tienen varios mecanismos de acción, tal como sucede en los pacientes epilépticos clásicos. El objetivo es disminuir la excitabilidad y propagación de impulsos en todo el sistema nervioso, lo cual se logra actuando sobre diversas proteínas en la superficie de las neuronas.

Estas estructuras permiten el paso de calcio, sodio, potasio y ciertos neurotransmisores como GABA y glutamato. Gracias a estos fármacos se puede lograr un aumento de sustancias que “deprimen” el sistema nervioso central, con el objetivo de evitar la aparición de crisis convulsivas en los afectados.

Estos pacientes suelen tener una excelente esperanza de vida ya que las “crisis” características de la enfermedad no suelen ser discapacitantes ni involucran pérdida de la conciencia, la cual suele ser peligrosa.

Sin embargo, el tratamiento es necesario, ya que no se conoce con exactitud la historia natural de la enfermedad ni su posible papel como causante de otros síndromes epilépticos más graves.

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Fuentes y referencias:

Dutta S, Hazarika I y Chakravarty B. Abdominal epilepsy, an uncommon cause of recurrent abdominal pain: a brief report. Gut 2007; 56(3): 439-411. DOI: 10.1136/gut.2006.094250.

Harshe D, Harshe S, Harshe GR y Harshe G. Abdominal Epilepsy in an Adult: A Diagnosis Often Missed. J Clin Diagn Res. 2016; 10(10): VD01-VD02. DOI: 10.7860/JCDR/2016/19873.8600.

Diego J. Pereira