El envejecimiento cerebral se refiere a los cambios que ocurren en el sistema nervioso central con el paso de los años. Esas modificaciones influyen en varias funciones cerebrales, entre las que se encuentra el desempeño cognitivo.
La población mundial envejece de forma acelerada, por esta razón comprender los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento resulta importante a la hora de enfrentar las demandas biomédicas de ese grupo etario.
El envejecimiento no es una enfermedad per se, es un proceso natural en el que ocurren modificaciones que comprometen la capacidad de adaptación de los órganos y sistemas de órganos que componen al organismo.
Si bien es verdad que el envejecimiento afecta a un gran número de sistemas, entre los que se encuentran el renal, muscular, circulatorio y nervioso central.
En esta ocasión revisaremos solamente los cambios que ocurren a nivel del cerebro, ya que además de ser muy frecuentes, en dependencia de su magnitud pueden provocar discapacidades.
Muchos estudios señalan que el desempeño cognitivo disminuye con la edad y proponen que las causas de esta situación son los cambios morfológicos que ocurren en el sistema nervioso central de la persona que envejece.
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¿Cuáles son esos cambios morfológicos?
Cambios en la sustancia blanca
La presencia de lesiones isquémicas en la sustancia blanca se ha correlacionado predominantemente con alteraciones neuropsicológicas; pero también lo hacen con trastornos de la marcha, caídas, depresión e incontinencia urinaria.
Además, como estas lesiones son comunes en personas mayores con o sin demencia, su impacto en la función cognitiva ha sido motivo de controversia durante muchos años.
En la actualidad, existe una tendencia a creer que hay relación entre las alteraciones cognitivas y los cambios en la sustancia blanca.
Dicha tendencia se justifica con el hecho de que los individuos lesionados muestran alteraciones en las tareas que involucran al lóbulo frontal, el cual se encargada del procesamiento de la información y la función ejecutiva.
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Cambios en los componentes intracelulares
Las neuronas, al igual que otras células del organismo, sufren cambios en sus componentes intracelulares, pues con el envejecimiento aumenta el estrés oxidativo y ocurren más daños en las proteínas, lípidos y ácidos nucleicos.
Estrés oxidativo
En este sentido, la disfunción en las mitocondrias (organelos intracelulares) parece tener un rol muy importante, pues al llevar a cabo la respiración celular generan especies reactivas del oxígeno y nitrógeno.
Varios estudios muestran que la restricción calórica sin malnutrición es una intervención capaz de enlentecer la caída del rendimiento cognitivo asociado a la edad.
Con esta práctica se reduce la producción mitocondrial de especies reactivas, el daño oxidativo en el tejido cerebral y por tanto, el riesgo de desarrollar cáncer.
Daños en ácidos nucleicos y proteínas
Otro cambio que se verifica a nivel celular está relacionado con la expresión de genes y proteínas relevantes para la transmisión sináptica, como son los canales de calcio y receptores del neurotransmisor inhibitorio ácido gamma-aminobutírico (GABA).
Esta situación altera el balance que normalmente existe en el contexto cerebral entre la neurotransmisión inhibitoria y estimulatoria.
Cambios en la actividad dopaminérgica
La dopamina es uno de los neurotransmisores más estudiado en relación a la edad, se ha observado una disminución de sus niveles totales a medida que el individuo envejece.
Igualmente se ha verificado una reducción en el número de receptores de dopamina, especialmente de los subtipos D1 y D2, los cuales están implicados en varios procesos neurológicos como la motivación, el placer y la cognición.
Este deterioro de la actividad dopaminérgica, ha hecho plantear que el cerebro de las personas envejecidas tiene una predisposición al desarrollo de la enfermedad de Parkinson.
Los cambios asociados al envejecimiento determinan que el organismo de los adultos mayores sea muy distinto al de los sujetos en edad media.
Por esta razón, impulsar las investigaciones relacionadas con la fisiología del envejecimiento aumentaría las posibilidades de poseer mejores herramientas diagnósticas y terapéuticas para la población geriátrica.
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Bibliografía
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