Microglía, la otra cara de sus funciones inmunes en la esclerosis múltiple

El fallo inmunológico de la microglía en la esclerosis múltiple promueve la neurodegeneración y el daño neuronal provoca la liberación de nuevos estímulos pro-inflamatorios que aumentan y perpetúan la respuesta neuroinmune.

En verde, la microglía. Crédito de imagen: National Institute of Allergy and Infectious Diseases/NIH
En verde, la microglía. Crédito de imagen: National Institute of Allergy and Infectious Diseases/NIH

Las células microgliales son conocidas como los macrófagos residentes del sistema central (SNC) y consti­tuyen aproximadamente el 10% de las células nerviosas.

La microglía se encuentra constantemente removiendo desechos celulares y detectando patógenos en el SNC.

Al activarse en respuesta a lesiones, inflamación o infecciones, cambia su aspecto morfológico y aumenta la expresión de marcadores de superficie típica­mente asociados a macrófagos.

Los macrófagos son células del sistema inmune cuya función principal es eliminar mediante fagocitosis todos los elementos extraños que se introducen en el organismo, por ejemplo: bacterias y sustancias de desecho de los tejidos.

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¿Qué funciones lleva a cabo la microglía?

Se han propuesto varias funciones in vivo para este tipo celular, entre ellas se encuentra la pro y la anti-inflamación.

Que se desencadene una función u otra no es un evento aleatorio, es decir, el estímulo involucrado es el que determina el fenotipo funcional que toma la microglía luego de su activación:

  • fenotipo M1: pro-inflamatorio
  • fenotipo M2: anti-inflamatorio (asociado a la remodelación de tejidos y cicatrización).

Microglía en la esclerosis múltiple

En los estadios tempranos de la esclerosis múltiple (EM) pueden ser identificados en las lesiones con daño axonal y neuronal grupos de células micro­gliales activadas y macrófagos periféricos reclutados al SNC.

La microglía y los macrófagos son activados por sustancias producidas por las células T y también por productos de la degradación de mielina.

La activación de células microgliales y macrófagos resulta en la producción de otras sustancias (citoquinas, quimiocinas y metabolitos) que regulan directa e indirectamente la neu­rodegeneración en la EM.

Por ejemplo:

  • La quimiocina conocida como CCL-2 producida por la microglía activada, afecta la integridad de la barrera hematoencefálica y atrae macró­fagos periféricos al SNC.
  • El factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) induce apoptosis (muerte) en neuronas y también actúa en forma autocrina (sobre la misma microglía) para promover la secreción de glutamato, incrementando la muerte neuronal causada por excitotoxicidad.
  • La interleucina 1 beta (IL-1β) también tiene actividades neurotóxicas, e induce la pro­ducción de óxido nítrico, que junto con las especies reactivas del oxígeno favorece la neurotoxicidad.
  • Los macrófagos ya reclutados al SNC, pueden adquirir también un fenotipo pro-inflamatorio (M1) que promueve la neurodegeneración.

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Ejemplos de células microgliales involucradas en la esclerosis múltiple

Astrocitos (en verde) y oligodendrocitos (en rojo) de células madre neurales. | Yirui Sun. CC BY

Astrocitos, tipo celular que resulta dañado

Constituyen el más abundante y diverso tipo de células de la glía en el SNC y llevan a cabo importantes funciones metabólicas e inmunológicas.

Los astrocitos presentan un daño significativo en lesiones activas en la EM; este daño sugiere que las disfunciones en la barrera hematoencefálica que caracterizan la enfer­medad están asociadas a defectos en la funcionalidad de este tipo celular.

Finalmente, estas células regulan la actividad de otras que también están involucradas en la inmunopatología de la EM, como son: oligodendrocitos, células T y células B.

Oligodendrocitos, parte de una potencial estrategia terapéutica

Los oligodendrocitos son células de la glía que controlan la producción y mantenimiento de la mielina en el SNC.

Se diferencian a partir de las cé­lulas precursoras de oligodendrocitos (CPO) durante las primeras etapas del desarrollo, aunque estos precursores mantienen su capacidad de diferenciación en el SNC adulto.

De hecho, las CPO pro­liferan y se diferencian frente a distintos estímulos tóxicos, traumáticos o inflamatorios, pero esta capacidad se pierde gradualmente durante el envejecimiento.

Una potencial estrategia terapéutica para promover la remielinización en la EM, detener y revertir la disfunción neurológica, es la regulación de las diversas vías de señalización que intervienen en la diferenciación de las CPO.

Estas observaciones sugieren que el tratamiento efecti­vo de los pacientes con EM requiere el control tanto del componente neurodegenerativo como del componente in­flamatorio de la enfermedad.

Las intervenciones terapéu­ticas disponibles en la actualidad modulan principalmente los aspectos inmunológicos de la enfermedad y dentro de ellos solo aquellos relacionados con la respuesta inmune adaptativa (células B y T).

Uno de los retos de las nuevas terapias de la EM es controlar los componentes innatos del sistema inmune (microglía, macrófagos, astrocitos) y promover así la remielinización.

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Bibliografía

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Lechner Rodríguez Aguilar