Las 4 claves para comprender la cefalea de Horton


En la cefalea de Horton, también conocida como cefalea en racimos, el dolor suele afectar un solo lado de la cabeza, alcanza su máxima intensidad en unos 10-15 minutos y el carácter es terebrante.

Las cefaleas (comúnmente conocidas como “dolores de cabeza”) son una de las condiciones médicas más frecuentes y motivo de consulta común a cualquier edad. Estas habitualmente son benignas, pero pueden ser expresión de enfermedades graves o potencialmente mortales.

En algunos casos, el dolor es tan molesto que la desesperación del paciente puede llegar a ser incapacitante. Debido a esto y a su frecuencia, se han hecho esfuerzos enormes por clasificar los distintos tipos de cefaleas para permitir un abordaje terapéutico adecuado por parte de los médicos.

La cefalea de Horton es infrecuente, pero con una clínica tan característica que es posible identificarla sin exámenes complementarios. Se caracteriza por ataques dolorosos varias veces al día que, en el mejor de los casos, dura varias semanas antes de un período asintomático. Sin embargo, después de un tiempo, el dolor siempre vuelve a presentarse.

Para conocer mejor esta llamativa enfermedad, describimos a continuación los 4 aspectos más importantes a tener en cuenta.

Cefalea de Horton en 4 claves

1.   Es una cefalea primaria infrecuente y afecta principalmente a varones

Las cefaleas se clasifican en primarias (dolor de cabeza sin una base estructural que pueda identificarse) y secundarias (cuando existe algún proceso estructural, neurológico o sistémico que pueda atribuirse como causa de la cefalea).

Es posible incluir a la Cefalea de Horton como un tipo de cefalea primaria, específicamente en el subgrupo de las “cefaleas trigeminoautonómicas”.

Este nombre deriva de la afección del nervio trigémino (responsable de la sensibilidad de la cara y parte del control muscular) y de la sintomatología “autonómica” asociada (relacionada con el sistema nervioso autónomo, aquel que no puede ser controlado por la conciencia) que involucra síntomas como lagrimeo, congestión nasal y sudoración facial.

Afecta más frecuentemente a varones y el primer episodio doloroso se presenta entre los 20 y 50 años de edad, más tardíamente que en los pacientes con migraña.

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cefalea de Horton

2.   Existen dos subtipos en base a la frecuencia de los síntomas

Se pueden identificar dos variedades evolutivas de esta enfermedad: la episódica y la crónica. La primera es cuatro veces más frecuente.

En la forma episódica, existen varias crisis diarias de cefalea intensa durante un período de tiempo que no suelen superar los tres meses. Posterior a este episodio hay un tiempo de latencia asintomático que dura varios meses o inclusive años hasta que vuelve a aparecer la misma sintomatología.

Desafortunadamente, en la forma crónica no existe el período de latencia, por lo que las crisis aparecen casi a diario durante un período de tiempo muy prolongado (meses). Es importante acotar que algunos pacientes evolucionan desde la forma episódica a la forma crónica.

3.   Los síntomas son muy característicos y permiten el diagnóstico

El dolor suele afectar un solo lado de la cabeza, alcanza su máxima intensidad en unos 10-15 minutos y el carácter es terebrante (sensación resultante de taladrar la parte afectada). Suele durar un máximo de tres horas, repitiéndose varias veces al día (de ahí otro nombre con el que se conoce a esta enfermedad, “cefalea en racimos”).

La localización del dolor generalmente está en relación con las órbitas (cavidades óseas en la que se encuentran los globos oculares). Puede ser retro, supra e infraorbitario (detrás, por encima y por debajo de las órbitas) y en otros casos puede ser de localización temporal (en referencia al lóbulo temporal, ubicado al nivel de los oídos).

Como se mencionó anteriormente, las crisis están acompañados de síntomas autonómicos en un solo lado de la cara. Estos involucran rinorrea (secreción nasal anormal), cambios de temperatura, epífora (lagrimeo continuo y excesivo), diaforesis (exceso de sudoración), bradicardia (disminución de la frecuencia cardíaca) y síncopes (desmayos transitorios).

Finalmente, durante las crisis es posible identificar a los pacientes inquietos mientras se tocan la zona dolorosa, caminando de un lado a otro sin interrupción.

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cefalea de Horton

4.   El tratamiento es variado, pero no existe cura definitiva

La educación de los pacientes es uno de los principales temas que consideran los médicos al indicar el tratamiento de Cefalea de Horton. Estas recomendaciones están destinadas a disminuir la intensidad de las crisis, siendo la reducción de la ingesta de alcohol y evitar esfuerzos físicos a últimas horas de la tarde las más comunes.

Además, existen tratamientos sintomáticos durante las crisis que pueden aliviar el dolor más rápidamente y tratamientos profilácticos (preventivos) que no necesariamente requieren el uso de fármacos.

Se ha reportado que la cirugía sobre el nervio trigémino puede mejorar la condición en un 60% de los pacientes, a pesar de tener efectos secundarios desagradables como la anestesia (ausencia de sensibilidad) dolorosa y corneal.

En todo caso, los fármacos y recomendaciones deben ser realizados bajo estricto orden médico, en base a las características específicas del paciente y los recursos a su alcance. A pesar de que las posibilidades son variadas, realmente no existe una cura definitiva en la actualidad.

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Referencias bibliográficas:

  1. Velasco. Cefalea en racimos y otras cefaleas primarias recurrentes. Gaceta médica de Bilbao 2002; 99(1):17-22.
  2. L. Rodríguez García, et al. Green book: diagnóstico y tratamiento médico. Marbán libros. Madrid, España (2012).
Diego J. Pereira