La isquemia cerebral o ictus isquémico se produce por la disminución de la irrigación sanguínea y, por tanto, de la oxigenación en el cerebro. Las afectaciones pueden ser leves o graves en dependencia de su duración e intensidad.
Las enfermedades cerebrovasculares o ictus están causadas por la interrupción del flujo sanguíneo cerebral, lo que trae como consecuencia la alteración transitoria o permanentemente del funcionamiento de un área del encéfalo.
En dependencia de su naturaleza, se reconocen como hemorragia o isquemia. La primera se produce debido a la rotura de un vaso sanguíneo en el interior del cerebro; mientras la segunda está causada por la disminución de la irrigación sanguínea en este órgano debido a la obstrucción de una arteria.
Las consecuencias de un episodio isquémicos son muy variadas y por lo general implican afectaciones motoras y cognitivas. Comprender este fenómeno, así como las causas que lo provocan es fundamental para el desarrollo de tratamientos eficaces para proteger el tejido cerebral.
A continuación estaremos profundizando en los mecanismos a través de los cuales se desencadena una isquemia cerebral y sus efectos en la salud humana
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¿Cómo se produce una isquemia cerebral?
Para que el cerebro trabaje adecuadamente requiere de un aporte determinado de oxígeno y nutrientes y de la eliminación de productos de desecho. Este proceso de transporte y eliminación es realizado mediante la circulación sanguínea.
Cuando sobreviene una isquemia, la sangre que llega al tejido cerebral no es suficiente para su funcionamiento. Comienzan a producirse alteraciones bioquímicas que conllevan al aumento en la concentración de ácido láctico, la depleción energética y la formación de radicales libres en la zona.
En consecuencia, durante un episodio isquémico ocurre destrucción de componentes celulares y muerte de neuronas por mecanismos de necrosis y apoptosis.
Existen varias clasificaciones para la isquemia cerebral. En dependencia del grado de disminución del flujo sanguíneo será: global (en todo el encéfalo) o parcial (focal).
La isquemia cerebral global suele deberse a un paro cardíaco o una cirugía con circulación extracorpórea.
Por su parte, la isquemia cerebral focal es causada por la oclusión de una arteria y resulta una interrupción del flujo en determinada región. Si el déficit isquémico se revierte antes de 24 horas se conoce como como accidente isquémico transitorio.
De lo contrario, cuando la condición es permanente, se dice que la persona ha sufrido un ataque cerebrovascular vascular isquémico o infarto cerebral.
Los síntomas que manifestará el paciente y el tratamiento a aplicar, dependerán del tipo de isquemia, la arteria afectada y la extensión del daño.
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Prevención y tratamiento
De acuerdo con los especialistas, la hipertensión arterial es el principal factor de riesgo asociado a esta enfermedad. Otras causas importantes serían la diabetes, la aterosclerosis, el tabaquismo y el consumo de drogas.
Un cambio en nuestro estilo de vida (dieta sana y ejercicio físico) así como el control adecuado de la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre, es esencial para prevenir un accidente cardiovascular.
El diagnóstico de isquemia cerebral se realiza mediante la identificación de síntomas de déficit neurológico como por ejemplo: vértigo, alteraciones visuales, pérdida de la capacidad de producir o comprender el lenguaje (afasia) y parálisis facial o de la mitad del cuerpo.
Se deberá llevar a cabo una exploración clínica y neurológica completa para determinar el tratamiento más efectivo.
Las consecuencias de este proceso pueden ser graves. Se han observado pacientes con pérdidas de atención o memoria temporales, mientras otros pueden sufrir una necrosis cortical que los lleva a la pérdida total de las funciones cerebrales.
Lo más importante es recibir atención médica de inmediato y someterse a terapias de rehabilitación que permitan la recuperación de nuestra calidad de vida.
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Fuentes bibliográficas
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