Ictus y demencia suelen ir de la mano en demasiadas ocasiones. La demencia llega a afectar hasta un cuarto de las personas que experimentan un ictus. La prevención es clave para evitar mayor deterioro.
Recientemente una amiga me contaba que en el hospital en que estaba ingresada tenía por compañero de habitación a una persona con demencia. A las pocas horas volvemos a hablar y me comenta que no, que el hombre no tenía demencia, que dice la hermana que lo veía así, “que no se concentra en nada”, porque había tenido dos ictus.
¿Y? ¿Demencia solo tienen mayores de 80 que ya no recuerdan su nombre? ¿Pasar por un ictus impide tener demencia? Muy al contrario, un ictus puede ser la causa de demencia en no pocas ocasiones. Solo que esa demencia no es la clásica, no comienza siempre con pérdida de memoria ¡pero es demencia!
Estamos tan acostumbrados a hablar de demencia como sinónimo de la provocada por alzhéimer, que olvidamos que esta condición tiene decenas de rostros. El dibujado por el ictus no es uno más, sino que es uno de los más comunes.
¿Qué demencia está asociada al ictus?
Demencia vascular (DV) y demencia mixta (DM) son los dos tipos de demencia que están asociadas al ictus. La demencia vascular se considera la más común después de la provocada por la enfermedad de Alzheimer (EA) y en ella nos centraremos en este artículo.
La demencia mixta vendría a ser aquella que aparece en las personas con ambas condiciones; alzhéimer y alteraciones cerebrovasculares que justifican una demencia. Muchos investigadores consideran que un porcentaje elevado de personas con alzhéimer también tiene demencia vascular.
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¿Por qué el ictus causa demencia?
Por el daño que provoca este evento a las células cerebrales. Al igual que aparecen síntomas como alteraciones del lenguaje o del movimiento dependiendo de la zona cerebral afectada, la demencia puede llegar a ser una consecuencia extrema de ese daño.
¿Cuántas personas que pasan por un ictus terminan desarrollando demencia?
Los datos son armas de doble filo…pero ahí van: según la organización británica Stroke Association hasta una cuarto de las personas que experimentan un ictus desarrollan demencia en los tres meses siguientes al evento.
¿Cuáles son los síntomas de la demencia vascular?
Ya al inicio mencionamos que los síntomas de la demencia vascular, la más común asociada al ictus, no son los tradicionales. Por el ejemplo, la memoria de hechos cotidianos puede no estar afectada. El deterioro de la memoria es el síntoma que clásicamente asociamos a la demencia, de ahí que cuando no está presente se produzcan muchos errores diagnósticos.
Sin embargo, en la DV las funciones ejecutivas se ven comprometidas de forma más temprana que en el alzhéimer. Por eso, muchos familiares notan que después del ictus la persona ya no logra hacer las mismas cosas que hacía antes (y no solo por las limitaciones físicas).
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En la DV la diversidad se impone y los síntomas varían mucho de una persona a otra. Si bien en el alzhéimer podemos hablar de alteraciones que antes o después aparecerán en casi el total de los enfermos, en la DV no sucede así. La zona cerebral afectada y la extensión del daño determinan esa variabilidad en buena medida.
Entre los síntomas más comunes están:
- Dificultades para concentrarse y mantener la atención centrada
- Problemas para realizar actividades que demanden cierto grado de organización, como llevar las cuentas del banco
- Dificultades para llevar el ritmo y el hilo de una conversación
- Incontinencia
- Cambios marcados de humor, por ejemplo, se irritan con facilidad
- Comportamientos inapropiados, como solicitar insistentemente algo gritando
A medida que pasa el tiempo estos cambios serán más marcados y la persona puede llegar a no reconocer a quienes le rodean, no comprender lo que se le dice y necesitar ayuda para realizar todas las actividades básicas de la vida diaria.
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Importante: no todo cambio cognitivo asociado al ictus es demencia.
Pues sí, que una persona después de pasar por un ictus se muestre distraída y con dificultades para realizar actividades en su día no significa que tiene demencia. Muchos de esos problemas pasarán en los meses siguientes, gracias en buena medida a los procesos de rehabilitación (Pinkston, Alekseeva y González, 2009).
Cuando los déficits son sostenidos y marcados (o incluso van a mayores) entonces ya podemos empezar a sospechar de la presencia de demencia.
¿Cuál es el tratamiento de la demencia vascular?
No existe un fármaco específico para tratar la demencia vascular. Los medicamentos empleados en la terapéutica del alzhéimer resultan polémicos, con algunos estudios que apuntan a un ligero beneficio y otros que no.
El tratamiento más efectivo hasta el momento, sin duda alguna, es controlar los factores de riesgo que pueden llevar a la ocurrencia de otro ictus. En especial se ha encontrado beneficio del control de la hipertensión y de los niveles de colesterol.
La actividad física y una dieta equilibrada son claves. Una investigación del año 2012 que analizó 9 estudios previos sobre el efecto en la cognición de aumentar el ejercicio físico después de un ictus, halló evidencias para recomendarlo.
La demencia vascular puede ser una de las más prevenibles, no desaprovechemos esa oportunidad.
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Referencias
Cumming TB, Tyedin K, Churilov L, Morris ME, Bernhardt J. (2012)The effect of physical activity on cognitive function after stroke: a systematic review. Int Psychogeriatr.
Mijajlović, D. (2017): Post-stroke dementia – a comprehensive review. BMC Medicine. Disponible en https://bmcmedicine.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12916-017-0779-7
Pinkston, Alekseeva y González (2009): Stroke and dementia. Neurological Research Volume 31. Disponible en https://www.researchgate.net/profile/James_Pinkston/publication/26782889_Stroke_and_dementia/links/5788f37d08ae5c86c99ac985.pdf