La dieta occidental podría aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer mediante la activación del sistema inmunitario.
Ni la genética ni la edad explican por sí solas los casos de alzhéimer en el mundo. Muchas personas con predisposición genética a la enfermedad nunca llegan a desarrollarla y millones de mayores tienen la suerte de que la enfermedad de Alzheimer nunca se cruce en sus vidas. Hay algo más, algo que explica por qué unos sí y otros no. Ahí es cuando la ciencia gira su mirada hacia los factores modificables como la dieta o la actividad física para intentar explicar la enfermedad.
Se considera que algunos patrones alimentarios como la dieta mediterránea disminuyen el riesgo de enfermedad de Alzheimer. Incluso se ha diseñado una dieta, llamada MIND, que según sus investigadores logra disminuir hasta en un 53% el riesgo de alzhéimer en aquellos que la seguían de forma rigurosa. Pero, ¿puede suceder lo contrario, que un estilo de alimentación aumente las posibilidades de padecer alzhéimer?
Nada es seguro, pero según las pocas evidencias que hay hasta el momento la respuesta es afirmativa. Una reciente investigación de científicos de la Universidad de Tufts, en EE.UU, publicada en la revista Nature Scientific Reports exploró el efecto que la llamada dieta occidental podía tener en el cerebro de ratones modelos de enfermedad de Alzheimer y otros ratones sanos y los resultados son muy llamativos.
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La dieta occidental aumenta la neuroinflamación y la cantidad de beta amiloide.
La llamada dieta occidental se caracteriza por incluir alimentos muy procesados, con alto contenido de grasas y carbohidratos simples que, además, es pobre en nutrientes esenciales. El alto consumo de esta dieta unido al sedentarismo se considera una de las causas fundamentales del aumento de las enfermedades crónicas como la diabetes y de los índices elevados de colesterol y de obesidad, todos estos factores que incrementan el riesgo de alzhéimer. Pero ¿qué sucede en el cerebro cuando nos alimentamos bajo este estilo dietético?
Los investigadores alimentaron a los ratones con una dieta diseñada para ser lo más cercana posible a la dieta occidental. Al analizar el cerebro de los roedores encontraron que la actividad del sistema inmunitario se había activado, en especial la actividad de unas células que en repetidas ocasiones se han vinculado al alzhéimer, la microglía.
Durante la enfermedad de Alzheimer la microglía, que debería ayudar a limpiar el cerebro de sustancias tóxicas como las placas de beta amiloide, termina matando células sanas.
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Más aún, en el estudio encontraron que los niveles de una proteína encargada de regular la microglía, denominada TREM2, también se elevaron como consecuencia de la dieta occidental. Recientemente en TiTi os hablamos de que se había propuesto que esa proteína, TREM2, podía servir de biomarcador de la inflamación cerebral en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer.
En los ratones también se encontró un aumento de las placas de beta amiloide en una zona del cerebro directamente vinculada a la memoria. Todos estos cambios se manifestaron tanto en los ratones sanos como aquellos modelos de alzhéimer, solo que en estos últimos los cambios fueron más pronunciados.
¿La dieta puede ser un factor de riesgo de Alzhéimer? Aún no hay elementos para afirmarlo categóricamente, pero lo que se sabe hasta el momento apunta en esa dirección.
Referencias
Graham, L. C. (2015). Chronic consumption of a western diet induces robust glial activation in aging mice and in a mouse model of Alzheimer’s disease. Scientific Reports, 6, 21568. doi:10.1038/srep21568
The Jackson Laboratory (2016, February 23). Does a ‘western diet’ increase risk of Alzheimer’s disease? The Jackson Laboratory. Disponible en https://www.jax.org/news-and-insights/2016/february/does-a-western-diet-increase-risk-of-alzheimers-disease