La exposición durante los primeros tres años de vida a partículas en suspensión podría aumentar el riesgo de autismo, según sugiere un estudio reciente que coincide con hallazgos previos en esta misma línea.
Están ahí aunque a muchas ni podamos verlas. De hecho, mientras más ocultas a nuestros ojos más peligrosas porque se introducen en nuestro organismo con facilidad, afectando el funcionamiento de los órganos.
Hablamos de las partículas en suspensión, también llamada materia particulada, que está en mayor o menor medida en el aire que respiramos gracias a los procesos de combustión de los coches, en la industria o incluso los incendios forestales.
La exposición de las madres a altas concentraciones de estas partículas durante el embarazo ha sido vinculada en varios estudios a un mayor riesgo de que el hijo termine desarrollando autismo.
En la actualidad se considera que el trastorno del espectro del autismo (TEA) tiene una fuerte determinación genética, pero solo los genes no son capaces de explicar, en muchos casos, la aparición de la condición.
Es en la búsqueda de “esos otros” factores que pueden contribuir al desarrollo de TEA, la comunidad científica ha centrado su atención en la contaminación ambiental.
Un estudio reciente dirigido por científicos de la Universidad de Monash, en Australia, analizó la influencia de la exposición a la materia particulada durante los primeros tres años de vida en el riesgo de desarrollar autismo.
En la investigación, publicada en la revista Environment International, se analizaron tres tipos de materia particulada; PM1, PM2.5 and PM10.
Esa clasificación hace referencia al diámetro aerodinámico de las partículas, por ejemplo, PM2.5 se refiere a un diámetro aerodinámico inferior a 2,5 micras. Mientras más pequeñas, menos visibles y más fácilmente acceden a nuestro organismo.
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La exposición a partículas en suspensión durante los primeros tres años de vida podría aumentar el riesgo de autismo
Los investigadores realizaron su análisis con información proveniente de 124 menores con TEA y 1240 menores neurotípicos residentes en la ciudad de Shanghái, China, además de usar datos sobre la contaminación proveniente de satélites.
Según concluyen los científicos:
Encontramos que las exposiciones a PM1, PM2.5 y PM10 durante los primeros tres años de vida aumentaron significativamente el riesgo de TEA”.
Ahora bien, ¿qué mecanismo puede explicar que la contaminación influya en el riesgo de desarrollar autismo? Aunque no se conocen completamente los mecanismos biológicos que pueden explicar este hecho, el profesor Yuming Guo, uno de los autores de publicación, argumenta:
Los cerebros en desarrollo de los niños pequeños son más vulnerables a las exposiciones tóxicas en el medio ambiente y varios estudios han sugerido que esto podría afectar la función cerebral y el sistema inmunológico. Estos efectos podrían explicar el fuerte vínculo que encontramos entre la exposición a contaminantes del aire y TEA, pero se necesita investigar más para explorar las asociaciones entre la contaminación del aire y la salud mental de manera más amplia «.
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El efecto de la contaminación sobre la salud mental, una asignatura pendiente
Aunque se reconoce que a nivel mundial cada año mueren millones de personas por causas relacionadas con la contaminación ambiental, los efectos más conocidos sobre la salud se centran en el sistema respiratorio y cardiovascular.
Sin embargo, las consecuencias de la contaminación sobre la salud mental y la neurológica en general, es un campo que todavía no ha sido lo suficientemente estudiado.
Algunas investigaciones han sugerido que la contaminación del aire aumenta el riesgo de alzhéimer y que los primeros cambios ya se notan en la infancia.
Pero lo dicho, queda mucho por conocer y la salud de nuestras neuronas lo merece.
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Fuentes y referencias
Gongbo Chen, Zhijuan Jin, Shanshan Li, Xingming Jin, Shilu Tong, Shijian Liu, You Yang, Hong Huang, Yuming Guo (2018): Early life exposure to particulate matter air pollution (PM1, PM2.5 and PM10) and autism in Shanghai, China: A case-control study. Environment International. En https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412018313242#!
Monash University (2018): Air pollution linked to autism. En https://www.sciencedaily.com/releases/2018/11/181105105414.htm