Investigadores comprueban el efecto neuroprotector de una sustancia denominada urato. Se está probando la eficacia de un complemento alimenticio, la inosina, que eleva los niveles de urato en el organismo con el objetivo de enlentecer la progresión de la enfermedad de Parkinson.
Recientemente os hablábamos de Calico, una división biotecnológica de Google relativamente desconocida que está orientada a temas de longevidad y enfermedades neurodegenerativas como el párkinson. En ese artículo os hablábamos de que pretenden dar un papel fundamental en la investigación a la ingeniería de datos. El análisis de cantidades inimaginables de datos daría hipótesis que después se llevarán a estudio a un laboratorio. Pues bien, un enfoque semejante fue lo que sustentó el trabajo del que os hablamos hoy.
Un estudio epidemiológico permitió identificar que en las personas con altos niveles en sangre de un antioxidante denominado urato, que es una sal derivada del ácido úrico (sí, es ese, el que tiene que ver con ir al baño después de alguna cerveza) la prevalencia de párkinson era mucho menor.
Estos datos dieron lugar a investigar los efectos del urato sobre las enfermedades neurodegenerativas, en especial el párkinson. Varias investigaciones exploraron en ese sentido concluyendo que en personas con párkinson con altas concentraciones de urato la enfermedad progresaba más lentamente. Pero además otro resultado llamó la atención: la protección que parecía brindar el urato a las células era limitada si no se incluía a los astrocitos, células que se vinculan a varias enfermedades neurodegenerativas, en los modelos experimentales. Ahora una nueva investigación publicada en la revista Neurobiology of Disease intenta explicar la contribución de los astrocitos al efecto neuroprotector del urato.
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Científicos del Hospital General de Massachusetts concluyeron que las propiedades de esta sustancia van más allá de las antioxidantes y que pueden estimular los astrocitos, que ya con anterioridad han sido vinculados a la enfermedad de Párkinson.
A esta conclusión se llegó después de realizar experimentos en células cultivadas en laboratorio: los astrocitos tratados con urato podían proteger del daño oxidativo a las células liberadoras de dopamina, similares a las que están afectadas en las personas con párkinson.
Pero los buenos resultados no quedan ahí. Los investigadores descubrieron que el líquido alrededor de los astrocitos tenía altos niveles de glutatión, otro antioxidante que forma parte de un proceso regulado por la proteína Nrf2; problemas en la codificación de esta proteína se han vinculado a varias enfermedades neurodegenerativas y se está estudiando ampliamente en el desarrollo de tratamientos para la enfermedad de párkinson.
Los investigadores comprobaron que el efecto neuroprotector del fluido alrededor de los astrocitos se veía significativamente disminuido si se eliminaba el glutatión. Este hecho deja una interrogante para futuras investigaciones ¿La activación de la proteína Nrf2 en los astrocitos es esencial para obtener los efectos protectores del urato?
Inosina para el Párkinson.
Pero con las conclusiones obtenidas hasta el momento los investigadores han probado la eficacia de un suplemento nutricional, la inosina, que se convierte en urato en el organismo. Se han realizado ensayos clínicos de fase II durante dos años en 74 personas con párkinson demostrando que el complemento alimenticio aumentaba los niveles de urato sin producir efectos secundarios de gravedad. Ese ensayo clínico fue liderado por el profesor de Harvard, Michael Schwarzschild,y un grupo de colegas de la Escuela de Salud Pública de Harvard y el Centro Médico de la Universidad de Rochester, en EE.UU.
Los investigadores comenzarán a reclutar pacientes el próximo año para un ensayo clínico de fase III que incluirá a 270 personas con Párkinson que durante dos años tomarán el complemento para responder a la gran incógnita de si logra disminuir el progreso de la enfermedad de Parkinson. El profesor Schwarzschild se muestra muy complacido con lo logrado hasta el momento:
Llegar a un ensayo de fase III indica que la inosina se encuentra entre un pequeño grupo de candidatos terapéuticos para el párkinson que se han mostrado lo suficientemente prometedores en estudios anteriores, así como con la seguridad suficiente, para justificar la gran inversión necesaria para poner a prueba su eficacia.
Schwarzschild cree importante advertir a las personas contra uso no supervisado de los fármacos que aún no han sido probados en ensayos clínicos (Fuente: Medical Xpress):
(…) Tenemos que seguir advirtiendo a los pacientes y los cuidadores contra el uso de la inosina fuera de ensayos cuidadosamente diseñados, ya que el exceso de ácido úrico puede causar cálculos renales o gota.