Cuatro investigaciones que hablan a favor de la actividad física como vía de mejorar la calidad de vida de las personas con párkinson. Desde estudios que han constatado mejorías motoras hasta los que han reflejado que en la fase avanzada los beneficios son más significativos.
Se dice a menudo que la actividad física, practicar deporte en general, es especialmente positivo para las personas con párkinson, pero a pocos ese “se dice” les es suficiente para actuar.
Sospecho que hasta que no se presente la práctica deportiva como parte de la terapia regular, poco se avanzará en esa área.
Que por nosotros no quede: en este artículo te vamos a presentar 4 investigaciones científicas que reflejan la importancia de la actividad física regular para las personas que viven con enfermedad de Parkinson ¡Allá vamos!
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Al deporte, a sudar
Viajamos a 2009 y de ese año tenemos un estudio publicado en la revista Neurorehabilitation and Neural Repair en el que se evalúo a 10 personas con párkinson, algunas en fase leve y otras en fase moderada de la enfermedad.
Pues bien, los investigadores hicieron que 5 de esas personas pedalearan en una bici estática al ritmo que ellos quisieran, al que se sintieran cómodos.
El resto de los 5 compañeros de experimento tuvo también que manifestar cuál era el ritmo de pedaleo al que se sentían cómodos, solo que con ellos hubo truco: tuvieron que pedalear 30% por encima del ritmo voluntario.
Estuvieron entrenándose durante 8 semanas y después de ese tiempo, se vio algo que ya se esperaba, porque es una especie de beneficio universal de este tipo de actividad: que la capacidad aeróbica de los participantes de ambos grupos mejoró.
Pero, y esta es la parte más interesante, el grupo que forzó su entrenamiento mejoró hasta en 35% su rendimiento en la puntuación motora de la escala UPDRS, un instrumento de evaluación de los síntomas de la enfermedad.
En el grupo que fue a su ritmo no se detectaron mejorías en la escala UPDRS.
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¿Qué tipo de ejercicio es el mejor?
Una pregunta que trae de los pelos a los investigadores desde hace mucho. Ya la quiso responder en 2013 un grupo de investigación que puso a un total de 67 pacientes con párkinson en un laboratorio y los dividió en tres grupos:
- Uno que se entrenó en la cinta de correr a alta intensidad.
- Un segundo grupo que se entrenó también en la cinta de correr pero a baja intensidad.
- Un tercer grupo que recibió entrenamiento de resistencia y de flexibilidad.
Durante tres meses, tres veces a la semana, estuvieron recibiendo entrenamiento, ¿quiénes crees que obtuvieron mejores resultados? Pues según los resultados publicados en JAMA Neurology los tres grupos experimentaron mejorías en un test que mide la distancia recorrida en 6 minutos.
Sin embargo, el grupo que recibió el entrenamiento aeróbico de baja intensidad (en la cinta de correr) fue el que experimentó una mejoría más notable en la velocidad de la marcha.
Este resultado es intrigante, ya que contradice lo que se había observado anteriormente y se observará después: que es el entrenamiento de alta intensidad el que ofrece mejores resultados.
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Mejor calidad de vida en los que hacen ejercicio de forma regular
En 2017 Journal of Parkinson’s Disease publicó los resultados de un estudio que incluyó información de 3408 pacientes a los cuales se les siguió durante un periodo de dos años.
En esta ocasión, los científicos quisieron saber si existían diferencias en la calidad de vida y la movilidad entre las personas que se entrenaban de forma regular ( ≥2.5 horas por semana) y aquellas que no lo hacían o se entrenaban más esporádicamente.
Seguro ya imaginas que los amantes de la actividad física salieron ganando otra vez. En las personas que se ejercitaban de forma más frecuente, la calidad de vida y la movilidad deterioraron más lentamente.
La diferencia fue pequeña entre ambos grupos, pero oye, estamos hablando de calidad de vida, ¿cierto? Aquí por pequeña que sea la ganancia, ya se agradece.
Además, hay otro punto de este estudio muy interesante. Resulta que los beneficios en relación a la calidad de vida fueron mayores en las personas con párkinson avanzado, así que ya sabes, en cualquier punto de la enfermedad la actividad física te va a venir bien.
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¿Recién diagnosticado? El entrenamiento de alta intensidad está sobre la mesa
Llegamos a 2018 de manos de un estudio publicado en JAMA Neurology que exploró si el ejercicio de alta intensidad, entendido como aquel que provoca una frecuencia cardiaca entre el 80-85% de la frecuencia cardiaca máxima, podía ser practicado de forma segura en pacientes recién diagnosticados.
Este ensayo clínico fue de fase II y los investigadores también querían saber si el efecto del entrenamiento sobre los síntomas motores garantizaba seguir investigando en un estudio de fase III.
En esta ocasión formaron parte de la investigación 128 pacientes recién diagnosticados y que todavía no estaban recibiendo terapia farmacológica.
Durante seis meses, tres días a la semana, recibieron entrenamiento de alta intensidad, de intensidad moderada o no se entrenaron, según el grupo al que fueron asignados.
La primera conclusión a la que se llegó fue que el entrenamiento de alta intensidad resulta seguro. La segunda conclusión fue que había razones para continuar con un ensayo clínico de fase III.
¿Por qué? Pues porque el grupo bajo entrenamiento de alta intensidad declinó significativamente menos desde el punto de vista motor que el grupo que no se entrenó.
¿Más razones para ir a por las playeras, consultar a un experto y poner manos y pies a la obra? Pues te quedas con las ganas, porque yo justo ahora me voy a caminar, que el día se ha arreglado y hace un sol de lujo.
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Fuentes y referencias
Ahlskog, J. E. (2011). Does vigorous exercise have a neuroprotective effect in Parkinson disease? Neurology, 77(3), 288–294. http://doi.org/10.1212/WNL.0b013e318225ab66
Rafferty, M. R., Schmidt, P. N., Luo, S. T., Li, K., Marras, C., Davis, T. L., … Simuni, T. (2017). Regular Exercise, Quality of Life, and Mobility in Parkinson’s Disease: A Longitudinal Analysis of National Parkinson Foundation Quality Improvement Initiative Data. Journal of Parkinson’s Disease, 7(1), 193–202. http://doi.org/10.3233/JPD-160912
Schenkman M, Moore CG, Kohrt WM, et al. (2018): Effect of High-Intensity Treadmill Exercise on Motor Symptoms in Patients With De Novo Parkinson DiseaseA Phase 2 Randomized Clinical Trial. JAMA Neurol.;75(2):219–226. doi:10.1001/jamaneurol.2017.3517
Shulman, L. M., Katzel, L. I., Ivey, F. M., Sorkin, J. D., Favors, K., Anderson, K. E., … Macko, R. F. (2013). Randomized Clinical Trial of 3 Types of Physical Exercise for Patients With Parkinson Disease. JAMA Neurology, 70(2), 183–190. http://doi.org/10.1001/jamaneurol.2013.646