Investigadores israelíes detectan una mayor prevalencia de enfermedad de Parkinson entre poblaciones asentadas en zonas agrícolas, los resultados aportan nuevas evidencias a la relación párkinson y pesticidas.
Ya en nuestra web os hemos hablado de la relación entre agentes tóxicos ambientales y la enfermedad de Párkinson. Comentamos cómo varios estudios epidemiológicos han detectado una mayor prevalencia de enfermedad de Párkinson entre las personas que han estado expuestos durante muchos años a diversos agentes tóxicos como pesticidas, metales y disolventes industriales.
Ahora una nueva investigación viene a añadir elementos a esta relación aún no del todo descifrada. Investigadores israelíes han identificado que existe una alta incidencia de párkinson entre las comunidades judías agrícolas cercanas a la frontera de la franja de Gaza, según reporta el portal Haaretz.
Los investigadores, del Centro Médico Soroka en Be’er Sheva, detectaron que la prevalencia de párkinson en la zona era entre 37 % y 54% mayor que en la zona desértica del Negev, con muy baja presencia de actividad agrícola. Para el doctor Yair Zlotnik, neurólogo del Centro Médico Soroka estos resultados vienen a apoyar a investigaciones previas que han apuntado hacia la influencia medioambiental en el surgimiento de la enfermedad de Parkinson:
Nuestro estudio se suma a los estudios que refuerzan la conexión ambiental al párkinson. Y nosotros creemos que hay una conexión entre los pesticidas agrícolas y la enfermedad.
El estudio se basó en el análisis de la información contenida en la base de datos de los pacientes de párkinson asegurados por la compañía Clalit Health Services e incluyó a 3792 personas con enfermedad de Parkinson, tanto judíos como beduinos (habitantes del desierto). Las diferencias entre las comunidades cercanas a zonas de cultivo y las que no, es realmente significativa; incluso cuando se analizan los factores genéticos predisponentes. Lean lo que explica el Dr. Zlotnik:
El estudio nos permitió ver claramente las diferencias entre la contribución genética y ambiental. Sabemos que en la población judía asquenazí (originaria de Europa) hay una serie de genes que aumentan el riesgo de la enfermedad, y la morbilidad entre los asquenazí es de hecho, superior en general. Entre los beduinos, que no tienen tendencia genética para la enfermedad, descubrimos que los que viven en la diáspora beduina cerca de campos agrícolas sufren más de párkinson que los que viven en comunidades permanentes.
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El Dr . Zlotnik hacía referencia a las mutaciones en el gen LRRK2, factor de riesgo genético más conocido para la enfermedad de Párkinson en la actualidad. En los judíos asquenazí estas mutaciones alcanzan entre un 10 y 15 % de la población.
La investigación no analizó la relación entre la incidencia de párkinson y el uso de pesticidas específicos, fundamentalmente porque la incidencia que están viendo en la actualidad, según explica Zlotnik, comenzó a gestarse entre 20 y 30 años antes y es difícil saber a cuáles sustancias fueron expuestos cada uno de ellos. Los científicos reconocen que aún queda mucha investigación por hacer. Es esta una de esas oportunidades para la ciencia que tienen origen en eventos desafortunados pero que se convierten en escenarios ideales para desentrañar alguno de los muchos misterios de la ciencia.