Constantemente os informamos de avances en la investigación científica sobre la enfermedad de Parkinson. Cuando hablamos de tratamientos generalmente estos tienen por protagonista un fármaco, que existe o que existirá y que puede ayudar a controlar los síntomas de la enfermedad. Pero en las terapias orientadas al párkinson hay más, mucho más. Y precisamente sobre las otras alternativas terapéuticas, más allá de fármacos o intervenciones quirúrgicas, venimos a hablaros hoy de la mano de la neuropsicóloga de la Asociación de Parkinson de Salamanca, Cristina del Río, que ha accedido a darnos una entrevista para hablar sobre los tratamientos no farmacológicos en la enfermedad de Parkinson. ¿Cuáles son las alternativas más importantes? ¿Funcionan? Seguid leyendo.
Los tratamientos más conocidos para la enfermedad de Parkinson son los farmacológicos. Sin embargo, existen otras terapias llamadas no farmacológicas o complementarias encaminadas a controlar los síntomas de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de la persona con párkinson ¿Puede describir las más usadas y a qué síntomas se dirigen?
La enfermedad de Parkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en nuestro país, situándose únicamente por detrás de la Enfermedad de Alzheimer. Se trata de una enfermedad crónica de la que actualmente no se ha encontrado cura; hoy en día el tratamiento existente es sintomático.
La EP es muy compleja y genera múltiples repercusiones que no solo se manifiestan a nivel neuronal, sino que afectan a distintos niveles: muscular, respiratorio, fonatorio, psicológico, psiquiátrico, etc. Por ello, los tratamientos farmacológicos son esenciales, pero deben complementarse con otra serie de tratamientos no farmacológicos con el fin de garantizar la mayor calidad de vida posible a los afectados.
La fisioterapia, se orientahacia el mantenimiento de las capacidades motoras, actuando sobre alguno de los síntomas más invalidantes (rigidez, temblor, bradicinesia e inestabilidad postural). La psicología y la neuropsicología también tienen un papel importante en el tratamiento de las alteraciones emocionales y psiquiátricas que son síntomas habituales en esta enfermedad y en el mantenimiento de las capacidades cognitivas y funcionales. La terapia ocupacional se dirige a las actividades básicas e instrumentales y a mantener la independencia funcional del enfermo el mayor tiempo posible. Por último, la logopedia que se ocupa de los trastornos de la comunicación, la escritura y la deglución, muy comunes en esta enfermedad.
Todos estos profesionales deben trabajar multidisciplinarmente y en estrecha comunicación con el neurólogo para ofrecer a los enfermos una atención personalizada y adaptada a sus necesidades. Es lo que se intenta desde la asociación.
Existen, además otras terapias complementarias como son la musicoterapia, hidroterapia, bailoterapia, risoterapia, terapia asistida con animales, etc.
¿Existen recomendaciones específicas sobre horario, frecuencia, intensidad u otros detalles a tener en cuenta para la ejecución de la terapia?
El objetivo de este tipo de terapias es conseguir una mayor autonomía e independencia de la persona y su éxito se basa en su aplicación precoz y mantenida a lo largo de la vida del paciente, es decir, la constancia, algo que a veces nos resulta tan difícil.
En definitiva, el objetivo es mejorar la calidad de vida del afectado y, cuanto antes comience a recibir tratamiento, mejor son los resultados. La mejor recomendación a la hora de recibir terapia para el EP es que la lleven a cabo profesionales familiarizados con la enfermedad y sus síntomas. A partir de ahí, cada persona es un mundo y la terapia debe ser individualizada y ajustarse a sus características personales.
La crítica más habitual para muchos de estos tratamientos es que no existe una evidencia científica sólida que avale su eficacia. En el caso de la enfermedad de Parkinson ¿Qué dice la investigación científica sobre el efecto de estas terapias?
Es cierto que existe más investigación sobre tratamientos farmacológicos en EP que sobre los beneficios de otras terapias, pero eso no significa que no exista investigación o que la evidencia científica avale estos tratamientos.
Por ejemplo, las guías NICE (National Institute for Health and Clinical Excellence) son manuales con recomendaciones sobre el tratamiento para personas con diferentes enfermedades y se basan en la mejor evidencia científica disponible. En el caso de la EP, esta guía recomienda fisioterapia, terapia ocupacional, psicología y logopedia, además de los tratamientos más conocidos.
Si alguien tiene interés puede consultarlo en el siguiente enlace:
https://www.nice.org.uk/guidance/cg35/chapter/Patient-centred-care
Como psicóloga vinculada profesionalmente a la enfermedad de Parkinson ¿Recomendaría su uso?
Por supuesto, he podido comprobar en mi práctica clínica que estos tratamientos mejoran muchísimo la calidad de vida y la independencia funcional de estos pacientes. Aunque debo recalcar que estas terapias necesitan constancia y es importante que se comience cuanto antes, animo a aquellas personas que tengan la enfermedad a complementar el tratamiento farmacológico con otras terapias que pueden mejorar su calidad de vida y la de sus familiares.