El campo del alzhéimer en 2017 experimentó pocos avances, aunque han despuntado algunas esperanzas terapéuticas a las que vale la pena seguir de cerca.
Año de poner los pies en la tierra, apretar los dientes y tirar para adelante, ¿exagerado? Puede, porque definitivamente hay mejores versiones de esa frase, por ejemplo: año de hacer más realistas las expectativas.
El pistoletazo de salida de lo que vendría en 2017 se dio a finales de 2016 con el anuncio de la biofarmacéutica Eli Lilly de que su fármaco más esperado, Solanezumab, no era efectivo contra la enfermedad de Alzheimer.
Ya después el goteo de fracasos de la industria farmacéutica no hizo más que crecer: en febrero Merck tiraba la toalla con su fármaco candidato a tratar la enfermedad de Alzheimer, llamado Verubecestat.
Una sorpresa mayor llegó con Intepirdine, un fármaco que está desarrollando una joven compañía biotecnológica, Axovant Sciences, una empresa mimada por los analistas económicos, pero bastante criticada por los científicos.
Si se hubiera escuchado un poco más a estos últimos, tal vez la noticia de que Intepirdine no era capaz de generar mejorías en los enfermos sería tomada con más naturalidad.
Aunque aún al fármaco le quedan posibilidades de desarrollo, por ejemplo, está en ensayo clínico para la demencia con cuerpos de Lewy, su historia con el alzhéimer por ahora parece estar en pausa.
¿Significa esto que en 2017 solo hubo fracasos en la industria farmacéutica? No, para nada, algunos compuestos en desarrollo parecen mantenerse en la carrera contra la enfermedad y otros empiezan a generar muchas expectativas.
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Alzheimer 2017: esperanzas en el campo farmacéutico
De los fármacos para el alzhéimer que más tiempo lleva en desarrollo está Aducanumab, que detrás tiene el impulso del gigante Biogen. Según los últimos datos divulgados, el fármaco logra disminuir las acumulaciones tóxicas de proteínas en el cerebro de los enfermos de alzhéimer.
A lo anterior se une que parece producir cierto enlentecimiento del deterioro cognitivo. El problema es que esas informaciones son de una fase I de ensayo clínico. Aunque el fármaco ya está en fase III de ensayo (la anterior a la solicitud de salida al mercado), pocos datos se conocen.
En la actualidad las farmacéuticas han dejado atrás el triunfalismo con el que en cierta época se trató los avances en el campo del alzhéimer y son mucho más precavidas con las expectativas que generan, porque ya saben que el golpe con la realidad puede ser correlacional.
Aducanumab sigue avanzando, lo que ya en sí es una buena noticia. Su final, exitoso o no, te lo contaremos en nuestra página.
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Si a Aducanumab se le mira con temor, a ANAVEX2-73 se le recibe con ilusión. Este fármaco está siendo desarrollado por una compañía australiana y los medios se han hecho eco de mejoras significativas en el funcionamiento en la vida diaria de los enfermos tratados en ensayo clínico.
¿El problema? Pues que los medios distan de ser los mejores evaluadores de los efectos de un medicamento. Sin embargo, en una reunión científica realizada en noviembre de 2017, la compañía presentó datos de dos ensayos clínicos, uno de fase I y otro de fase II.
Según lo presentado, ANAVEX2-73 llega a generar mejorías cognitivas en los enfermos bajo tratamiento, un resultado notable teniendo en cuenta que es algo que no se ha alcanzado hasta el momento.
¿El problema aquí? Pues que la forma en que están evaluando si el fármaco es o no efectivo, no es la mejor; pueden surgir sorpresas por el camino.
Por el momento tenemos derecho a un poco de ilusión y a pensar que en la lucha contra la enfermedad todavía hay candidatos importantes. Y que vendrán más.
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Otras opciones terapéuticas no farmacológicas de 2017 en campo del alzhéimer
La búsqueda de soluciones no farmacológicas para el alzhéimer se va ampliando lentamente ante la evidencia de que el desarrollo de nuevos medicamentos implica un coste muy elevado y es de alto riesgo.
Por ejemplo, Grifols sigue con su programa para evaluar el efecto de la transfusión de plasma sanguíneo de jóvenes a enfermos de alzhéimer.
En Australia sigue avanzando la aplicación del ultrasonido en el alzhéimer, aunque por el momento los mayores logros se han alcanzado en animales de experimentación. Sin embargo, esta tecnología promete y sin dudas hay que seguirla de cerca.
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También en la línea de los abordajes no farmacológicos destaca la creciente evidencia de que hay factores modificables que influyen en el riesgo de alzhéimer y, por lo tanto, abren la posibilidad a crear terapias para disminuir ese riesgo.
Una investigación de mediados de 2017 concluyó que existen 9 factores modificables que pueden estar detrás del 35% de los casos de demencia en el mundo, entre ellos la obesidad, la hipertensión o el tabaquismo.
Un dato que puede tener muchas lecturas, evidentemente, pero que esencialmente nos dice que hay cosas que podemos hacer en el día a día para disminuir nuestras posibilidades de desarrollar alzhéimer.
La ciencia básica, ¿qué nos ha dicho sobre el alzhéimer este año?
La ciencia básica tampoco trajo grandes avances. Destaca la evidencia creciente de que existe una conexión entre las alteraciones del sueño y el riesgo de la enfermedad y de que las alteraciones del metabolismo cerebral no solo son consecuencia del alzhéimer, sino que pueden ser un factor que está influyendo en el curso mismo de la patología.
Bill Gates se vuelca con el alzhéimer, una de las noticias más populares del año
Visto está: pocas cosas son tan efectivas para visibilizar una enfermedad que un famoso la haga su causa. Y en el campo del alzhéimer este año aterrizó uno de los hombres más ricos y conocidos del mundo: el cofundador de Microsoft Bill Gates.
Gates ha donado por el momento 50 millones de dólares al fondo Dementia Discovery, que busca encontrar tratamientos contra el alzhéimer. La cifra es en realidad modesta en relación a lo que se necesita para desarrollar un fármaco para cualquier enfermedad, ínfima si hablamos de alzhéimer.
Sin embargo, el verdadero valor del gesto está en su propia figura llamando la atención sobre este problema global. En pocas horas los medios de comunicación más importantes del mundo se hicieron eco de la iniciativa, algo que no consiguen las campañas más ambiciosas.
El 2017 se despide en el campo del alzhéimer con la evidencia de que se necesitan muchos más esfuerzos en todos los ámbitos para poder lograr un avance significativo contra la enfermedad.
Existe el riesgo de que tantos fracasos en la industria farmacéutica desincentive la búsqueda de tratamientos, de ahí la necesidad de iniciativas globales, tanto públicas como privadas. Ojalá 2018 traiga novedades en ese sentido.