La administración de una bebida rica en ácidos grasos saturados aumentó la utilización de energía alternativa en el cerebro de personas con deterioro cognitivo leve (DCL). Pruebas neuropsicológicas reflejaron mejorías modestas en procesos como la memoria o el lenguaje.
El cerebro es un gran glotón. Tanto que es el órgano que más energía consume. La glucosa es su principal fuente de energía; digamos que es el combustible que permite a toda nuestra maquinaria cerebral funcionar.
Se ha observado que cuando una persona tiene deterioro cognitivo leve (un deterioro de procesos como la memoria que no impiden su autonomía) o alzhéimer (el DCL en ocasiones es la antesala del alzhéimer) la capacidad del cerebro para procesar la glucosa cerebral y obtener energía está muy dañada.
Existe una fuente de energía alternativa que el cerebro usa cuando hay déficit de glucosa, son los llamados cuerpos cetónicos o cetonas. Se ha estimado que después de 12 horas con déficit de glucosa, ya el cerebro comienza a utilizar las cetonas.
También sucede que si los niveles de cuerpos cetónicos en sangre están moderadamente elevados, el cerebro comienza a utilizar esta fuente de energía en lugar de la glucosa.
Uniendo rápidamente los puntos anteriores no es de extrañar que más de un grupo de investigación se haya interesado por evaluar el efecto de aumentar los niveles de cuerpos cetónicos en el deterioro cognitivo y en el alzhéimer.
Recientemente, investigadores canadienses realizaron un ensayo clínico en el que se administró una bebida cetogénica (rica en ácidos grasos de cadena media que elevan la formación de cuerpos cetónicos) a un grupo de personas con deterioro cognitivo leve.
Los resultados, publicados en la revista Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association reflejan que, efectivamente, el cerebro comenzó a utilizar las cetonas y que las personas que tomaron la bebida experimentaron mejorías cognitivas.
Eso sí, los beneficios fueron calificados por los propios investigadores de modestos y se pone en duda que realmente se traduzcan en cambios notables para el día a día de los participantes.
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Detalles del ensayo clínico
En el ensayo clínico participaron 52 personas con deterioro cognitivo leve, 26 de ellas tomaron la bebida dos veces al día y 26 un compuesto placebo (sin el principio activo real) durante un periodo de 6 meses.
Al inicio del estudio y al finalizar a cada participante se le valoró el metabolismo de la glucosa y de las cetonas y también procesos como la memoria o la velocidad de procesamiento de la información.
El análisis de los datos finales no incluyó información de 8 participantes en el grupo control que abandonaron el estudio (en 6 casos debido a que eran intolerantes a la bebida) y 5 sujetos en el grupo placebo.
Después de 6 meses tomando la bebida, los investigadores detectaron mejorías en el grupo bajo intervención que no se detectaron en el grupo placebo.
Por ejemplo, quienes tomaron la bebida cetogénica experimentaron cierta mejoría en las puntuaciones de test que miden habilidades como la memoria (en el grupo placebo empeoró).
En el caso de la velocidad de procesamiento (que hace referencia al tiempo que nos toma percibir una información y elaborar una respuesta) no se detectaron cambios en el grupo de intervención después de seis meses de tratamiento, pero el grupo placebo había experimentado un enlentecimiento del 15%.
Cuando los investigadores analizaron el metabolismo de la cetona y de la glucosa cerebral, observaron que el primero había aumentado significativamente, mientras el segundo permanecía igual.
Resultados muy atractivos, ¿cierto? Pero calma, hay algunas cosas que debes saber antes de valorar.
Pocas personas y resultados con limitado impacto en la vida diaria
Los resultados anteriores se refieren a las mediciones que se realizaron a cada grupo independientemente. Ahora bien, ¿qué sucedió cuando se comparó después de seis meses, digamos, las puntuaciones de memoria en el grupo de intervención con las puntuaciones en el grupo placebo?
Sucedió que ya las diferencias no eran significativas, un resultado que no habla a favor del impacto real de la bebida.
De hecho, solo en alguna prueba de lenguaje el grupo al que se administró el tratamiento parecía haber mejorado en relación a los no tratados.
También hay que tener en cuenta el limitado número de participantes de este ensayo clínico, que los investigadores consideran insuficiente para obtener resultados definitivos.
En su opinión, sería necesario realizar ensayos clínicos con mayor número de personas y que evaluaran una dosis más elevada de la bebida, suficiente para llevar el metabolismo cerebral a los mismos niveles que en la población sin alteraciones cognitivas, algo que no se alcanzó en este estudio.
Sin dudas es un campo en el que se necesitan más investigaciones rigurosas para clarificar un tema en el que muy a menudo se exhiben extremos: los acérrimos defensores y los no menos intensos detractores.
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Fuentes
Fortier, Mélanie et al. (2019): A ketogenic drink improves brain energy and some measures of cognition in mild cognitive impairment. Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association , Volume 15 , Issue 5 , 625 – 63