Una investigación publicada en The Lancet Neurology apunta a ciertos nutrientes y grupos de alimentos como posibles herramientas para prevenir el deterioro cognitivo. Eso sí, las evidencias más sólidas están a favor de los hábitos dietéticos saludables en general.
Que si frutos rojos, que si vino, que chocolate y hasta champán, ¿todo eso ayuda a evitar el temido deterioro cognitivo? Pues según los estudios que salen una semana sí y otra también, sí.
Para poner un poco de orden en este tema tan popular en los últimos años, un grupo de investigadores de la Universidad de Atenas realizó una revisión de los artículos científicos más destacados sobre el tema de la nutrición y la prevención del deterioro cognitivo.
¿Resultados? En primer lugar, que hay evidencias prometedoras, pero no concluyentes de que la nutrición es un factor de riesgo modificable importante para el deterioro cognitivo.
Pero hay más, mucho más en este artículo publicado en The Lancet Neurology.
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Más que nutrientes en particular, los hábitos saludables en general son los que parecen generar más beneficio
Otras conclusiones a las que llegaron los investigadores y que vale la pena conocer antes de seguir avanzando:
- La evidencia científica más sólida habla a favor de hábitos de alimentación saludables, como los que caracterizan a la dieta Mediterránea, más que de nutrientes específicos (por ejemplo, vitamina D) o grupos de alimentos (por ejemplo, frutas).
- Parecen beneficiarse más de las intervenciones nutricionales las personas con déficits de base y también aquellas que tienen una predisposición genética al deterioro cognitivo.
Así que ya sabes, las evidencias no son concluyentes, pero vamos a mencionar aquellos nutrientes que cuentan con mayor evidencia a su favor.
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Nutrientes específicos para prevenir el deterioro cognitivo
Complejo de vitaminas B
En este grupo encontramos la vitamina B6 (que puede obtenerse de los granos enteros, carne y nueces), la vitamina B12 (presente en alimentos de origen animal) y el folato (se puede obtener de las hortalizas de color verde intenso, como la espinaca, por ejemplo).
Aunque la mayoría de los ensayos clínicos no han hallado relación entre las vitaminas B y la función cognitiva, sí hay estudios que apuntan a que los niveles elevados de una sustancia llamada homocisteína se relaciona con el deterioro cognitivo.
¿Qué tiene que ver eso con las vitaminas B? Pues que estas vitaminas son necesarias para eliminar la homocisteína del organismo.
Otros estudios han hallado que las personas con mayor ingesta de folato en su dieta tienen menor riesgo de alzhéimer.
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Flavonoides
Se han descubierto más de 5000 flavonoides diferentes, compuestos que podemos encontrar en frutas, verduras, semillas, cerveza, vino, té verde, té negro y soja.
Se le reconocen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Algunos estudios han encontrado que una mayor ingesta de flavonoides protege del deterioro cognitivo.
Vitamina D
Una de las vitaminas que más se ha vinculado a diferentes alteraciones neurológicas. Se puede obtener vitamina D mediante la exposición al sol y con la dieta, en alimentos como pescado, productos lácteos enteros o en la yema de huevo.
Varios estudios descriptivos han encontrado que las personas con niveles más elevados de vitamina D tienen menos riesgo de deterioro cognitivo, demencia y enfermedad de Alzheimer.
Sin embargo, cuando se ha intentado aplicar este conocimiento en un ensayo clínico, es decir, suplementar a un determinado grupo con vitamina D con el objetivo de disminuir el riesgo de deterioro cognitivo, los resultados no han sido concluyentes.
Ácidos grasos omega 3
Otros de los grandes protagonistas de los estudios sobre salud cerebral son los ácidos grasos omega 3 que encontramos fundamentalmente en el pescado, pero también en algunos aceites como el de soja y en nueces y semillas.
Estos lípidos son fundamentales en la salud cardiovascular y tienen un rol indispensable en las membranas neuronales.
Al igual que la mayoría de los nutrientes analizados en el estudio, las investigaciones que analizan un gran número de personas reflejan que las personas con niveles más elevados de ácidos grasos omega 3 tienen un riesgo disminuido de desarrollar alzhéimer y demencia.
Pero cuando se pasa a ensayo clínico y directamente se les da a las personas suplementos de ácidos grasos omega 3, no se obtienen los beneficios esperados.
Todo lo recopilado hasta ahora hace pensar que la ansiada protección se logra con una historia vital en la que predominen los hábitos de alimentación saludables, más que de una suplementación puntual.
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Prevención del deterioro cognitivo: los grupos de alimentos más favorables
Los investigadores observaron que por grupos de alimentos el pescado y las verduras son los que parecen tener más posibilidades de conferir un efecto protector.
El consumo de alcohol en moderación, en especial el vino tinto, podrían tener un efecto beneficioso, sin embargo, el consumo excesivo daña el funcionamiento cognitivo y es un factor de riesgo para la demencia, ¿el perfil riesgo-beneficio? Polémico.
El café, una de las bebidas más populares del mundo, es fuente no solo de cafeína, sino de otros compuestos activos como los polifenoles a los que se les supone propiedades antiinflamatorias y antioxidantes con efecto neuroprotector.
La dieta Mediterránea, la gran ganadora
Ya habíamos avanzado que la revisión reflejaba que las evidencias más sólidas estaban a favor de estilos de alimentación saludables, más que de una sustancia o grupo de alimentos específicos.
Y la llamada dieta Mediterránea es la gran ganadora, especialmente si se tiene en cuenta que ha sido estudiada ampliamente.
Y en este punto hay que aclarar que es la dieta Mediterránea la única que podría tener un efecto beneficioso sobre la salud cerebral, sino que otras como la llamada DASH y la cada vez más popular MIND también tienen argumentos a su favor.
¿El problema? Pues que han sido mucho menos estudiadas que la Mediterránea, de ahí que todavía es pronto para afirmar de forma concluyente sus beneficios.
De forma general esa es la tónica de los estudios sobre nutrición para prevenir el deterioro cognitivo, son demasiado limitados como afirmar o negar categóricamente que determinada sustancia es beneficiosa o no.
Eso sí, para adoptar hábitos de alimentación saludable no hay que esperar a los dictámenes de la neurociencia, solo hay que empezar.
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Fuentes y referencias
Scarmeas, Nikolaos et al.(2018): Nutrition and prevention of cognitive impairment. The Lancet Neurology , Volume 17 , Issue 11 , 1006 – 1015. En https://www.thelancet.com/journals/laneur/article/PIIS1474-4422(18)30338-7/fulltext