Falleció Arvid Carlsson, un científico al que toda la comunidad del párkinson debería conocer


Los descubrimientos de Arvid Carlsson llevaron a identificar el importante rol de la dopamina en la enfermedad de Parkinson y a la levodopa como tratamiento de primera línea. En el año 2000 recibió el Premio Nobel de Medicina.

Arvid Carlsson

Los descubrimientos del investigador sueco Arvid Carlsson en la década de los cincuenta del pasado siglo llevaron a la utilización de la L-dopa (levodopa) como tratamiento de la enfermedad a inicios de los sesenta.

Más de medio siglo después, la levodopa se mantiene como el principal tratamiento del párkinson, un tratamiento que no es el ideal, pero al que nadie quita su gran mérito: la eficacia del fármaco para controlar los síntomas de la enfermedad en las etapas iniciales está fuera de toda duda.

Pocos fármacos resultan tan espectaculares en su acción inicial, aunque a largo plazo esa acción se desluzca.

El pasado 29 de junio falleció Arvid Carlsson a los 95 años, un científico que no solo llevó a utilizar la levodopa en la terapia contra el párkinson, sino que sus descubrimientos han sido claves para comprender el verdadero rol de la dopamina y otros neurotransmisores.

En el año 2000, Carlsson y otros dos pioneros de las neurociencias, el Dr. Eric Kandel y el Dr. Paul Greengard, recibieron el Premio Nobel de Medicina por sus «descubrimientos sobre la transducción de señales en el sistema nervioso».

Antes de llegar al Nobel, Carlsson construyó su propia historia científica plagada de azar, perseverancia y conejos, también de conejos.

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Arvid Carlsson, un profesor inicialmente rechazado

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Carlsson llegó al estudio de los neurotransmisores después de ser rechazada su solicitud para ocupar un puesto de profesor asistente de farmacología en la Universidad de Lund, en Suecia.

Después pasar alrededor de un año en el departamento de medicina interna del hospital de la universidad, Carlsson aún «encontraba la investigación básica demasiado atractiva como para abandonarla»

Mediante un amigo, logró una plaza como científico invitado en el laboratorio de Bernard Brodie en el Instituto Nacional del Corazón, en EE.UU.

Brodie es considerado uno de los padres de la farmacología moderna y Carlsson siempre reconoció la enorme influencia que tuvo en su carrera científica. Sobre ese periodo escribió:

No puede dejar de destacar lo afortunado que fui de tener la oportunidad de trabajar en el laboratorio del Dr. Brodie durante un período muy dramático, cuando la investigación farmacológica estaba experimentando una revolución y la psicofarmacología estaba en statu nascendi.

Carlsson estuvo en el laboratorio de Brodie solo 5 meses, pero ese tiempo fue suficiente para acercarse al fascinante mundo de la neurofarmacología.

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De vuelta a Suecia y de camino al Nobel

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En el laboratorio estaban investigando el efecto de un fármaco, reserpina, sobre el neurotransmisor serotonina.

De vuelta a Suecia, Carlsson logra incorporarse como profesor asistente en la Universidad de Lund, donde prosigue sus estudios alrededor de la reserpina, un fármaco que al ser administrado en conejos, provocaba síntomas semejantes a los observados en los pacientes con párkinson.

Inicialmente se creía que esos síntomas se debían a la acción de la reserpina sobre la serotonina y otros neurotransmisores, pero cuando dieron a los conejos un fármaco que aumentaba los niveles de serotonina, estos no mejoraron.

Sin embargo, los conejos sí parecían recuperarse gracias a la administración de levodopa. Un análisis del cerebro de los animales mostró que había abundancia de dopamina, un químico cerebral hasta ese momento tomado a menos.

Las observaciones de Carlsson lo llevaron a sugerir el uso de levodopa como tratamiento de la enfermedad de Parkinson, idea que fue acogida con poco entusiasmo, aunque en 1970 la FDA estadounidense no tuvo más que rendirse a la evidencia y aprobar el fármaco como tratamiento de la enfermedad.

Hoy la levodopa sigue siendo el tratamiento más usado en los pacientes aquejados de esta enfermedad, algo que en buena medida se debe al empeño de un científico sueco llamado Arvid Carlsson.

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Fuentes y referencias

Denise Gellene (2018): Arvid Carlsson, Who Discovered a Treatment for Parkinson’s, Dies at 95

Larry R. Squire (1998): The History of Neuroscience in Autobiography

Redacción TiTi