El dolor en la enfermedad de Parkinson puede presentarse en forma de calambres, hormigueos, dolores musculares o de las articulaciones. El manejo de la medicación es clave.
La enfermedad de Parkinson, siempre lo decimos, no es solo una patología que hace incontrolables nuestros movimientos. Aunque esta es una parte esencial del trastorno, una serie de síntomas no motores también generan tanto o más malestar en los pacientes.
El dolor es una de las consecuencias más comunes de la enfermedad, con hasta un 85 % de prevalencia.
El dolor en las personas con párkinson puede estar respondiendo tanto a las causas que comúnmente se encuentran en la población general, por ejemplo; artritis, o a causas estrechamente vinculadas al párkinson.
Hoy vamos a centrar nuestra atención en este último tipo de dolor, el que está estrechamente vinculado a la enfermedad.
¿Cuáles son las causas del dolor en la enfermedad de Parkinson?
El dolor que ocurre en la enfermedad de Parkinson es con frecuencia del tipo que los especialistas llaman dolor nociceptivo.
Este tipo de dolor ocurre cuando se activan los receptores del dolor de la piel, huesos y tejidos circundantes debido a estímulos mecánicos, térmicos o físicos. Es el más común que experimentamos todos de forma cotidiana.
Las causas de esa activación en la enfermedad de Parkinson suelen ser el temblor persistente; la rigidez muscular; las lesiones músculo-esqueléticas como esguinces, contusiones o fracturas óseas resultantes de una caída; así como quemaduras e inflamación.
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¿Cuáles son los dolores más frecuentes en la enfermedad de Parkinson?
Las áreas del cuerpo en las que con mayor frecuencia aparecen dolores son el cuello, la espalda superior y las extremidades.
Las principales manifestaciones de dolor incluye (Ford, 2010):
- Dolor musculoesquelético, debido a la inmovilidad y la rigidez. Se percibe como dolor en los músculos y las articulaciones.
- Dolor radicular o neuropático, relacionado con el daño a una raíz nerviosa. Se manifiesta generalmente en la zona de la espalda, el cuello y las extremidades
- Dolor relacionado con las distonías. Las contracciones de los músculos que caracterizan las distonías pueden ser muy dolorosas. Este dolor es más común a medida que avanza la enfermedad.
- Malestar debido a la acatisia, una sensación de inquietud que puede llevar al enfermo a moverse constantemente.
- Dolor parkinsoniano o central, a menudo se describe como ardor, hormigueo, entumecimiento; provocando una sensación de malestar muy aguda. Guarda relación con las fluctuaciones motoras, es decir, se presenta con mayor frecuencia cuando la medicación ya no tiene tanto efecto, aunque en muchas ocasiones está respondiendo a causas distintas a la propia enfermedad de Parkinson.
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¿Cuál es el tratamiento para el dolor en la enfermedad de Parkinson?
Un aspecto importante a la hora de seleccionar el tratamiento es la evaluación del caso concreto. El médico deberá explorar el dolor a través de una entrevista clínica y de un examen neurológico.
Luego las opciones de intervención incluyen tanto la administración de medicamentos como medidas no farmacológicas, aunque una combinación de ambos puede ofrecer un mayor control de las dolencias.
Entre las opciones asociadas al tratamiento farmacológico podemos comentarte que, debido a la estrecha relación entre el dolor y las fluctuaciones motoras, el ajuste de la medicación es fundamental.
Si eres un enfermo de párkinson que experimenta dolor, posiblemente has notado que tu percepción del dolor varía según sea el efecto de la medicación, siendo más leve cuando los fármacos alcanzan su pico de efectividad.
Sabemos que lograr un buen equilibrio de la medicación es complejo, más estadios avanzados del párkinson. Si a eso sumamos que en realidad el dolor muchas veces es asumido como algo que está ahí y no puede ser cambiado, incluso por algunos profesionales, el resultado es que muchos enfermos viven su vida con dolores que no reciben tratamiento.
En cuanto a otro tipo de tratamientos pueden ayudar el masaje, el manejo de la nutrición, la práctica de ejercicios físicos (previa consulta médica) y la acupuntura.
También suele usarse la psicoterapia donde procedimientos como la enseñanza de la respiración diafragmática, la visualización y la relajación, tienen una eficacia probada.
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Referencias bibliográficas
Ford, B. (2010). Pain in Parkinson’s Disease. Movement Disorders, 25(1), 98-103.
Pain. Disponible en http://www.pdf.org/en/pain_pd
Santos-García, D., Abella-Corral, J., Aneiros-Díaz, Á., Santos-Canelles, H., Llaneza-González, M., & Macías-Arribi, M. (2011). Dolor en la enfermedad de Parkinson: prevalencia, características, factores asociados y relación con otros síntomas no motores, calidad de vida, autonomía y sobrecarga del cuidador. Rev Neurol 52(7), 385-393.