Una de las patologías más frecuentes y letales del sistema nervioso es el absceso cerebral, generalmente acompañado de complicaciones agudas muy importantes.
La identificación de un absceso cerebral gracias a la correlación de hallazgos clínicos con los estudios de neuroimagen es un reto terapéutico que debe afrontarse con rapidez, ya que el compromiso de la vida del paciente es extremadamente alto.
Esta patología suele asociarse a complicaciones agudas que empeoran el pronóstico, por lo que la identificación de los síntomas iniciales y su origen es de vital importancia. Es sobre las generalidades de esta patología de lo que hablaremos a continuación.
¿Qué es un absceso cerebral?
Es una lesión purulenta del cerebro que surge como consecuencia de una infección previa. Estos abscesos cumplen con una serie de características, como la localización focal (es decir, generalmente se presentan de manera solitaria) y que están contenidos por una cápsula o capa externa de tejido fibroso.
La mortalidad por esta patología llegó a ser muy alta antes del desarrollo de antibióticos capaces de penetrar la barrera hematoencefálica, una zona que separa los vasos sanguíneos del resto del tejido cerebral con el objetivo de filtrar las sustancias ajenas y potencialmente dañinas para el sistema nervioso.
Afortunadamente, en la actualidad la supervivencia en el los afectados por abscesos en el cerebro ha aumentado notablemente.
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¿Cómo se llega a producir esta lesión?
Como se comentó anteriormente, es totalmente necesaria la presencia de una infección previa que desencadene la aparición del absceso cerebral.
Esto se produce cuando algún microorganismo patógeno entra al organismo y llega al sistema nervioso central por cualquier vía.
Estos caminos de diseminación pueden ser muy variados, aunque las relaciones de contigüidad parecen ser las más comunes. Es decir, cuando el foco primario de infección proviene de un lugar muy cercano al sistema nervioso, como por ejemplo, en el caso de inflamación del oído, la denominada otitis
La vía hematógena también es común y puede producirse durante un episodio de neumonía o endocarditis, en donde los microorganismos (generalmente bacterias) se diseminan desde dicho sitio (el pulmón y el corazón si se toman los ejemplos anteriores) hacia el cerebro por vía sanguínea.
¿Cuáles son los síntomas de los abscesos cerebrales?
Al igual que muchas lesiones neurológicas, los síntomas van a depender directamente del tamaño del absceso y de la localización del mismo. Sin embargo, todos estos factores se ven influenciados por las características propias de cada paciente.
Generalmente se establecen como signos y síntomas orientativos la presencia de cefalea (de cualquier localización), fiebre y déficit neurológico focal (que puede presentarse como convulsiones o alteraciones de la sensibilidad y motricidad, por ejemplo).
La localización del absceso también depende del foco de infección primario. Siguiendo los ejemplos antes mencionados, cuando la infección se origina en el oído y se disemina por contigüidad al cerebro, generalmente el absceso se localiza en el lóbulo temporal. En este lugar, los síntomas suelen ser convulsiones y alteraciones del lenguaje.
Independientemente de la causa, a través de varios estudios se ha logrado determinar que el lugar más frecuentemente afectado es el lóbulo frontal, seguido del temporal, parietal, cerebelar y occipital.
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¿Cómo se realiza el diagnóstico de esta enfermedad?
Las manifestaciones clínicas de los pacientes afectados por un absceso cerebral son fundamentales para llevar a cabo el diagnóstico. Sin embargo, las pruebas más específicas son las de imagenología, principalmente la tomografía computarizada de cráneo.
Esta técnica permite evaluar lesiones con contenido líquido (como los abscesos) y logra delimitar muy bien la zona afectada de la zona no alterada, gracias a un contraste de densidades muy evidente que suele facilitar mucho el diagnóstico.
¿Cuál es la esperanza de vida?
Existen muchas complicaciones agudas de los abscesos cerebrales, lo que permite considerarlos como una entidad peligrosa. Las más frecuentes son hemorragias y el síndrome de hipertensión endocraneana (con problemas visuales, vómitos abruptos y cefalea).
La mortalidad de esta patología es muy variable (oscila entre 5 y 30%) y depende de factores tales como la edad del paciente y las características del absceso. Si no se instaura el tratamiento antibiótico de manera oportuna, la incidencia de complicaciones y la mortalidad aumenta considerablemente.
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Fuentes y referencias:
Molina G, et al. Absceso cerebral. Revista Mexicana de Neurociencia. Enero-Febrero 2010; 11(1):63-70.
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