Enfermedades crónicas y síndrome de fragilidad: una relación de la que deberías estar informado

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Mantener buenos niveles de bienestar a pesar de haber pasado el umbral de la vejez no puede ser visto como privilegio de unos pocos. Sin embargo, alcanzar esa meta requiere que nos informemos adecuadamente de cuáles riesgos debemos evitar.

Uno de los principales riesgos lo constituye el llamado síndrome de fragilidad que no es más que una disminución de las reservas fisiológicas del mayor haciéndolo más vulnerable a sufrir caídas, hospitalización y disminuyendo su recursos adaptativos. Son muchos los factores que pueden llevarnos a padecer este síndrome. Entre estos destacan las enfermedades crónicas; algunos estudios han llegado a señalar que entre los mayores que cumplen los criterios para ser diagnosticados con fragilidad, más de un 80 % presenta enfermedades crónicas. Sabiendo esto creo que estarán de acuerdo conmigo en que vale la pena dar un vistazo a este tema.

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¿Cuál es la relación que existe entre enfermedades crónicas y síndrome de fragilidad?

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La relación entre las enfermedades crónicas y el síndrome de fragilidad ha sido descrita como compleja. Esto se debe a que los problemas orgánicos que implican tales enfermedades pueden predisponer al organismo a volverse frágil. Sin embargo, el asunto no termina ahí: se ha demostrado que la fragilidad en personas mayores que padecen enfermedades crónicas complica el cuadro clínico de estas últimas y el pronóstico es más reservado.

Creemos que la complejidad de estas relaciones será mejor entendida si analizamos de manera independiente cada una de las enfermedades que han sido asociadas a la fragilidad.

Anemia

La anemia altera diversas funciones del organismo, entre ellas la oxigenación. Esto produce una disminución de la capacidad muscular, aumenta la fatiga y puede conducir a una condición de pérdida de masa muscular denominada sarcopenia fuertemente asociada con la condición de fragilidad en ancianos.

Hipertensión arterial

Esta es la enfermedad crónica más frecuentemente asociada a la fragilidad del adulto mayor. Esto se debe a que durante el envejecimiento se alteran algunas funciones del sistema cardiovascular, fundamentalmente cuando no existe una dieta y un estilo de vida saludable, lo cual hace que aumente la producción de citoquinas pro inflamatorias y el estrés oxidativo, influyendo marcadamente en la aparición de fragilidad.

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Enfermedad renal crónicaHipertensión arterial

El riñón interviene en el metabolismo y excreción de la hormona tiroidea y los científicos, hasta el momento, han defendido la hipótesis de que las anormalidades de esta hormona pueden tener un papel significativo en la fragilidad y en la enfermedad renal. Aunque los mecanismos implicados necesitan aún más estudio, se ha documentado una prevalencia de fragilidad de casi un 21 % en aquellas personas que presentan una enfermedad renal crónica.

Diabetes Mellitus

La intolerancia a la glucosa, la resistencia a la insulina y la diabetes en general han demostrado estar fuertemente asociados a la fragilidad. En particular la resistencia a la insulina afecta el metabolismo, conduce a la inflamación, a la ya comentada sarcopenia y favorece el daño oxidativo. Los individuos que a la vez son frágiles y diabéticos tienen más riesgo de sufrir caídas y fracturas.

Cáncer

También se ha encontrado que la fragilidad es común en las personas mayores que presentan cáncer. Particularmente en el caso del cáncer de próstata se ha observado que el tratamiento farmacológico acelera el avance de la fragilidad.

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Depresión

Por último, comentar que se ha asociado la depresión con la fragilidad: la tasa de mortalidad en las personas frágiles y que presentan depresión es casi un 70 %.  La depresión afecta el estado nutricional (debido a que se pierde el apetito) y la adecuada nutrición es una de las principales medidas preventivas para el síndrome de fragilidad, esto explicaría en parte la asociación. Además, muchas manifestaciones clínicas de la depresión (bajo estado de ánimo, falta de apetito, pérdida de peso y disminución de la fuerza) son también manifestaciones de fragilidad.

Referencias.

Fried, L., Ferrucci, L., Darer, J., Williamson, J., & Anderson, G. (2004). Untangling the concepts of disability, frailty, and comorbidity: implications for improved targeting and care. The Journals of Gerontology Series A: Biological Sciences and Medical Sciences 59(3), 255-263.

Heuberger, R. (2011). The frailty syndrome: a comprehensive review. Journal of Nutrition in  Gerontology and Geriatrics, 30(4), 315-368.

Salado, L. (2014). La fragilidad en el anciano. Unpublished Trabajo de Fin de Grado en Curso de Adaptación al Grado de Enfermería., Escuela Universitaria de Enfermería «Casa de Salud Valdecilla».