Numerosos estudios preliminares parecen indicar que la interrupción de los ritmos circadianos puede incrementar el riesgo potencial de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, además de ser un síntoma de estos trastornos.
Los ritmos circadianos son ciclos fisiológicos de aproximadamente 24 horas presentes en diversos grupos animales. En el caso de los seres humanos, estos ciclos se generan en el núcleo supraquiasmático, influenciado directamente por la relación día-noche.
Esta estructura está conformada por dos grupos de neuronas que se localizan en la zona anterior del hipotálamo y controlan la expresión de ciertos genes necesarios para mantener patrones fisiológicos y del comportamiento.
De acuerdo con diferentes investigaciones, en la medida que la persona envejece, es más común la interrupción o el mal funcionamiento de los ritmos circadianos.
La situación es incluso más drástica en individuos con enfermedades neurodegenerativas. Por ejemplo, estas personas se vuelven activas en la noche, y extremadamente somnolientas durante el día, rompiendo el patrón de actividad-reposo.
Entonces ¿qué relación pueden tener estas alteraciones con la neurodegeneración? Un equipo de colaboradores de distintas instituciones estadounidenses y británicas analizó las investigaciones más emblemáticas sobre este tema publicadas entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de octubre de 2018 para intentar esclarecer la interrogante.
Sus conclusiones fueron publicadas recientemente en la revista Lancet Neurology.
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Los patrones de ritmos circadianos
Para caracterizar los ritmos circadianos es necesario tener en diferentes parámetros entre ellos: las variaciones en magnitud del ciclo y el período de tiempo en que ocurre un proceso o evento determinado.
Nuestra temperatura corporal central, por ejemplo, tiene su propio ritmo, el cual desciende durante la noche y aumenta en las primeras horas del día. Otros indicadores serían los niveles de cortisol en sangre y saliva y el ciclo sueño-vigilia, particularmente el horario en que la persona logra dormir.
Los especialistas utilizan estos marcadores biológicos y del comportamiento para monitorear y evaluar cambios en los ritmos circadianos.
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La interrupción de los ciclos circadianos podría incrementar el riesgo de padecer de Alzheimer y Parkinson
Según sugieren las investigaciones realizadas hasta el momento, el mal funcionamiento de los ciclos circadianos podría ser considerado un síntoma de neurodegeneración.
Investigaciones de los últimos 5 años utilizan como marcadores la corta duración del sueño diurno y nocturno, así como los ritmos del ciclo de reposo – actividad.
Un estudio de 189 adultos mayores sugirió que las afectaciones en los ritmos circadianos eran reportadas muy tempranamente en la fase preclínica de la enfermedad de Alzheimer.
Los casos más graves parecían experimentar disfunciones intensas, incluyendo alta fragmentación del sueño y cambios en la hora de irse a dormir.
En el caso de los pacientes de párkinson, 5 investigaciones reportaron excesiva somnolencia diurna, si bien no fue posible determinar si se debía a los fármacos administrados como tratamiento o al progreso de la enfermedad.
Según los autores del artículo, se precisan largos períodos de seguimiento para comprender la relación entre los cambios circadianos y la progresión de estas enfermedades.
Varios estudios lograron monitorear individuos por un período de 5 a 40 años. Sus resultados sugieren una mayor pérdida cognitiva y un incremento en el riesgo de sufrir distintos tipos de demencia en personas con disfunción de los ritmos circadianos. Este análisis sugiere una relación directa entre el mal funcionamiento de los mismos y la posibilidad de sufrir enfermedades neurodegenerativas.
Aún queda mucho por investigar
Un trabajo de esta magnitud permite confirmar que falta aún mucho por esclarecer sobre este tema. En el futuro, estudios longitudinales y clínicos a largo plazo podrán ayudarnos a comprender el papel de los ritmos circadianos como indicadores de trastornos neurológicos.
Los científicos esperan utilizar este conocimiento para establecer tratamientos que reestablezcan la funcionalidad de los ritmos circadianos de forma individual. De esta manera podrán prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.
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Fuentes bibliográficas
Leng Y., E. S. Musiek, K. Hu, F. P. Cappuccio, K. Yaffe. Association between circadian rhythms and neurodegenerative diseases. Lancet Neurol 2019; 18: 307–18. En: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30784558
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