La actividad física se relaciona con mayor volumen de materia gris, incluso en aquellas personas con deterioro cognitivo o enfermedad de Alzheimer.
Mucho antes de dedicarme al campo de la gerontología me había llamado la atención como los mayores que me rodeaban y que tenían las mejores condiciones de salud, eran precisamente aquellos que siempre habían tenido una vida muy activa.
Tiempo después he sabido que esas observaciones la ciencia las confirma a través de varios estudios que apuntan a que una mayor actividad física contribuye a tener una mejor salud cerebral. Aunque siendo objetivos, otras tantas investigaciones no llegan a establecer resultados concluyentes, sí es verdad que la balanza parece inclinarse más hacia el lado de que la actividad física es para el cerebro una excelente terapia.
La investigación de la que venimos a hablaros hoy sí que apunta hacia los beneficios de una vida activa físicamente. El estudio, dirigido investigadores de la Universidad de Pittsburgh, en EE.UU, encontró que un mayor gasto calórico fruto de la actividad física se correlacionaba con un mayor volumen de la sustancia gris en varias áreas del cerebro. La sustancia gris, según explica de uno de los autores del estudio publicado en Journal of Alzheimer’s Disease:
La sustancia gris alberga todas las neuronas en el cerebro, por lo que su volumen puede reflejar la salud neuronal.
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El volumen de la materia gris se beneficia de la actividad física.
En la investigación se analizaron los datos recogidos durante 5 años a 876 personas mayores de 65 años que participan en un proyecto más amplio orientado a investigar sobre la salud cardiovascular. Entre los 876 participantes habían personas sanas, otras con deterioro cognitivo leve y otras con enfermedad de Alzheimer.
Cada semana los participantes en la investigación debían informar sobre las actividades realizadas, de esta forma se calculaba cuántas calorías podían haber quemado en ese tiempo. Las actividades eran muy variadas e incluían, por ejemplo, jardinería, tennis, golf o simplemente bailar.
Además, cada persona recibió de forma periódica escáneres cerebrales para valorar el volumen de la materia gris y evaluación de procesos cognitivos como la memoria, la atención o el lenguaje.
El análisis de estos datos reveló que aquellos que llevaban una vida más activa físicamente tenían mayor volumen de materia gris en áreas cerebrales claves para la memoria, el aprendizaje y el control de la conducta. Esta relación se encontró tanto en personas sanas, como en aquellas que ya tenían deterioro cognitivo o un diagnóstico de alzhéimer. Incluso, entre las personas con mayor nivel de actividad los investigadores calcularon que el riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer era la mitad que entre aquellas que llevaban una vida sedentaria.
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Para el profesor Cyrus Raji, citado en un comunicado de prensa de la Universidad de Pittsburgh, orientar actividad física cuando se sospeche que existe deterioro cognitivo, o tan solo el riesgo de desarrollarlo, sería una excelente idea. Y añade:
En lugar de esperar la pérdida de memoria, podríamos considerar poner al paciente en un programa de ejercicios y volver a analizar más adelante para ver si hay algún cambio en el cerebro.
En un contexto en el cual poco o nada se propone como opción terapéutica para aquellos que empiezan a manifestar síntomas de deterioro cognitivo, estudios como este abren la puerta a desterrar la actitud de inmovilismo que lamentablemente rodea a las enfermedades neurodegenerativas.
Referencias
Raji, C. A. et al. (2016). INTRODUCTION. Journal of Alzheimer’s Disease, Preprint(Preprint), 1–11. doi:10.3233/JAD-160057
University of Pittsburgh School of Medicine. (2016, March 11). Burning More Calories Associated with Greater Gray Matter Volume in Brain, Reduced Alzheimer’s Risk. University of Pittsburgh School of Medicine.